domingo, 31 de enero de 2010

EL PODER DE LA ALEGRIA

Por obra de mi buen karma, conocí en mi vida a muchas personas alegres, que irradiaban alegría en sus pensamientos, emociones, acciones y relaciones.

La gente alegre me atrajo desde niño. Siempre anhelé saber qué es la alegría, lo que ésta puede hacer y de qué modo podemos desarrollarla y ser alegres. He observado, desde mi niñez, que las personas alegres son magnéticas, exitosas, felices, creativas, sanas y probas.

En la escuela, me juntaba siempre con niños y niñas que eran alegres. Tenía la curiosa sensación de que quienes carecían de alegría estaban enfermos, o eran anormales o peligrosos, y me convencí más de esta observación a medida que pasaron los años.

También observé que los estudiantes, maestros y personas que en general no poseían alegría parecían abrumarme. Minaban siempre mi energía y entusiasmo. Con el paso de los años, procuré observar más cosas relacionadas con la alegría e informarme más acerca de ella.

Por ejemplo, observé el efecto de la alegría sobre el cuerpo físico, las emociones y el pensamiento. Vi que la falta de ella hace que una persona sea perezosa y reacia a esforzarse y trabajar.

La falta de alegría hace que una persona sea arrogante, nada servicial, porfiada, poco inteligente, taimada e intolerante. He visto que quienes carecen de alegría son, en su mayoría, las personas de carácter avinagrado y las que se valen de la calumnia, la malignidad e incluso la traición.

Lo que investigué fue muy informal. Traté de documentar mis observaciones y descubrimientos, pero siempre dejé mis escritos aquí y allá durante mis viajes. Cuando tuve acceso a bibliotecas, procuré encontrar libros que trataran sobre la esencia, la sustancia, la química o la anatomía de la alegría, pero sólo hallé observaciones superficiales.

Uno de mis profesores dijo, en una ocasión, que el ambiente y el bienestar físico y económico de una persona condicionan la alegría. Ni bien escuché estas palabras, pensé que en ellas había algo que estaba equivocado.

Mis ulteriores observaciones me revelaron que la alegría no es un resultado de las condiciones físicas, emocionales o mentales, sino un estado de conciencia que supera todas estas condiciones y que es un factor condicionante o una causa de las condiciones.
Cuando era adolescente, me preguntaba qué clase de alegría debería tener: ¿la de los ermitaños o la de quienes luchan en la vida? En 1939, cuando salí del último monasterio que visité, me dediqué a la Enseñanza.

El máximo desafío de mi vida consiste todavía en difundir con júbilo, en circunstancias difíciles, la enseñanza de la alegría. A continuación, explico qué es lo que yo siento en relación con el milagro de la alegría.

Alegría y Curación

La alegría estimula tus centros emocionales. Cuando éstos son estimulados, la alegría limpia y purifica todo tu sistema emocional. También expulsa todas las emociones negativas. Cuando estás alegre, no odias. Cuando estás alegre, no puedes estar enojado; ni siquiera tienes temor.

Cuando estás alegre, no eres celoso ni vengativo. Esto significa que la alegría elimina de tu ámbito emocional muchas cosas malas. En un sentido, la alegría cura tu cuerpo y tus emociones. Sin alegría, no puedes hacer nada constructivo.

La alegría coordina y sincroniza el engranaje de tu mentalidad. Coordina e integra tu cuerpo físico con el cuerpo etérico: con la parte electromagnética de tu cuerpo. La alegría estimula tu sistema glandular.

Si te dispones a tomar en tu vida una gran decisión, no seas pesimista ni de mirada estrecha, no vaciles, no tengas miedo ni te alborotes. Limítate a estar alegre, y verás cuán acertada será tu decisión. Lo lamentable es que tomamos la mayoría de nuestras decisiones bajo presión, pesar, depresión, temor, ira u odio y, por esta razón, gran parte de ellas son erróneas.

Sólo son correctas las decisiones que tomas iluminado por la alegría, porque ésta expande tu conciencia, sincroniza tu mecanismo y elimina las formas mentales oscuras, los prejuicios, las supersticiones y las ideas preconcebidas. La alegría bruñe el espejo de tu mente, para que tu Alma refleje las decisiones en el lago de tu plano mental.

Cuando tus cuerpos físico, emocional y mental están sincronizados, alineados y purificados, te hallas en camino hacia la salud y la felicidad. Los médicos están descubriendo lentamente que, antes de curar el cuerpo, deben dar alegría al paciente.

Si vas a ver al médico, éste puede decirte que tu estado no es bueno o que corres grave peligro, y es probable que creas que vas a morir. Pero si tu médico te dice que hay un pequeño trastorno que puede ser curado y que no te preocupes, ya te hallas en la senda de la recuperación. La alegría interior es la que te cura o ayuda al proceso curativo.


La Alegría: un Estado de Conciencia

La alegría es el gozo que se siente y experimenta solamente en la Triada Espiritual y en los planos superiores. La felicidad es la expresión más baja del gozo. Cuando estás feliz, quieres estar alegre; luego, cuando estás alegre, quieres estar gozoso.

Como dijo Cristo: «Sed perfectos como vuestro Padre en los cielos es perfecto». He aquí la fórmula que ayuda a que la gente entienda que Cristo se estaba refiriendo a un misterio: lentamente, el hombre debe volverse feliz, alegre y gozoso, a medida que marcha hacia la perfección.

Este es el sendero de la vida. No hay nada más que debas buscar. Compras muebles para ser feliz. Te casas y tienes hijos, porque quieres tener alegría. Aprendes, sientes y tratas de hacer cosas, porque quieres estar gozoso. Toda la vida es una búsqueda de la felicidad, la alegría y el gozo.

La felicidad es físico-emocional. La alegría es mental-espiritual. El gozo es divino. Tú, en tu Centro, eres gozo. Por esta razón, se dice que, si te encuentras a ti mismo, serás la persona más alegre del mundo.

Trata de hallar tu Centro y toma contacto con él, porque tu Centro es Dios. Nada existe dentro de ti, salvo Dios. Cristo dijo: «Tú eres el templo, y en el templo mora el Todopoderoso». Tú eres el templo de Dios.

Si la energía del gozo la sientes en tu ser físico y emocional, se llama felicidad. Si el gozo lo sientes mental y espiritualmente, se llama alegría. Si lo sientes más allá de los cuerpos inferiores (mente y emociones), es gozo o éxtasis. Esto es samadhi, un estado en el que nada te afecta.

Por Torkom Saraydarian

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